Yuba (CICR) – La población de Sudán del Sur ha sufrido los estragos del conflicto y la violencia armada durante la mayor parte de los primeros diez años de vida del Estado.
La magnitud de la violencia queda evidenciada por las más de 9.000 intervenciones quirúrgicas que ha tenido que practicar el Comité Internacional de la Cruz Roja a personas con heridas causadas por armas desde la creación del país más joven del mundo, en julio de 2011. En 2020, casi un cuarto de los pacientes asistidos por el CICR fueron mujeres y niños.
El frágil sistema de salud, aún más deteriorado o destruido por la violencia, es solo una de las trágicas consecuencias de la crisis prolongada que afecta a Sudán del Sur. La escasez de alimentos, los desplazamientos reiterados y prolongados, y la pérdida de seres queridos o la separación de familiares son parte de la triste realidad que los habitantes siguen padeciendo.
Los pacientes con heridas por armas suelen requerir tratamientos complejos y de largo plazo, además de la intervención quirúrgica inmediata. "Estos pacientes necesitan rehabilitación física para recuperar la movilidad. Como tantas otras víctimas del conflicto y la violencia, también necesitan asistencia de salud mental. Pero la triste realidad es que la mayor parte de la población de Sudán del Sur no tiene acceso ni siquiera a la asistencia de salud más básica y menos aún a cuidados médicos especializados", dice Ana Lucia Bueno, supervisora de los programas sanitarios del CICR en Sudán del Sur.
En las zonas remotas del país, las personas mueren por enfermedades como consecuencia de la falta de prevención y tratamiento, pues el acceso a la atención primaria de la salud sigue siendo difícil.
Aquí no hay hospitales. Una niña de la casa de al lado acaba de morir. Se sentía mal y murió en el bosque, mientras era trasladada al hospital más cercano
comenta Daniel*, líder de una comunidad de Ecuatoria Occidental, donde viven familias desplazadas por el conflicto en curso.
El nueve por ciento de los niños de Sudán del Sur muere antes de cumplir los cinco años de edad, según datos del Banco Mundial. Muchas personas deben caminar durante largas horas, y a veces hasta días, para llegar al consultorio médico más cercano, pues, de los centros de salud de Sudán del Sur, se calcula que solo sigue funcionando el 40 por ciento, aproximadamente. Los ataques contra el personal y los establecimientos sanitarios, así como el número limitado de trabajadores sanitarios, son algunos de los factores que contribuyen a esta situación dramática. En los últimos diez años, el CICR atendió cerca de 1,5 millones de consultas médicas en los centros de salud primaria a los que presta apoyo.
Alrededor de un tercio de los habitantes de Sudán del Sur se han visto obligados a abandonar su hogar y muchos han perdido sus medios de subsistencia y la capacidad de mantener a su familia. Para ayudar a las familias a adaptarse y a recuperar sus medios de subsistencia, durante la última década, el CICR, junto a la Cruz Roja de Sudán del Sur (CRSS), distribuyó alimentos a más de 3,3 millones de personas, vacunó más de 5,2 millones de cabezas de ganado y repartió semillas y herramientas agrícolas entre más de 3 millones de personas. Ayudó a 130.000 personas separadas de sus familias a ponerse en contacto telefónicamente con sus seres queridos, registró los datos de más de 6.000 personas desaparecidas y ayudó a dar con el paradero de alrededor de 3.000 personas desaparecidas.
Los embates del clima y la COVID-19 complican aún más la situación de las comunidades que han padecido grandes sufrimientos para recuperar su dignidad y ganarse la vida. El proceso de paz debe cristalizarse en una estabilidad y una seguridad duraderas para que las familias destrozadas por el conflicto y la violencia armada puedan construir su propio futuro
comenta Julien Lerisson, jefe de la delegación del CICR en Sudán del Sur.
